Hay veces que los cambios nos sobrevienen de manera inesperada, pero hay otras en las que uno no se explica cómo es que esos cambios no llegaron antes. Del mismo modo en que hay veces que se toman decisiones que luego se suceden de otras decisiones, y luego de otras, hasta que un día te preguntas de dónde ha salido todo eso. 

Algo así pasó con el nombre de nuestra empresa. Bueno, en realidad no iba a ser “el nombre de nuestra empresa” (por si eso sirve para aliviar algo la culpa del incauto). Hace ya un tiempo – que parece una vida-, me vi en la necesidad de elegir un dominio para lo que sería mi primer blog. En él quería hablar de temas que me despertaran interés o curiosidad (ideal si era ambas cosas al mismo tiempo), siendo las categorías principales las de “comunicación”, “innovación” y “sociedad”. Pero no había manera de usar esa información para dar con un dominio que fuera más o menos corto y más o menos llamativo. Así que, en la brillantez de un día cualquiera en plena madrugada, se me ocurrió la “solución”: crear un apócope que quedaría tal que “COMUNINNOVA”. Toma ya. Y tan a gusto que me quedé. 

Con el tiempo y el devenir de la vida, ese pequeño proyecto de un simple blog cobró una personalidad propia, casi jurídica, diría yo. Ante la emocionante aventura de emprender mi proyecto empresarial pensé que merecía la pena darle un mejor uso al blog, creando una web para mi empresa en la que hablar de mis servicios (modo ameba “on”). 

Y así, una cosa llevó a la otra… Hasta que un día, entramos por primera vez al que sería nuestro estudio durante más de 3 años. Recuerdo que fue un 30 de diciembre y, a pesar del frío, lo que nos inundó al pisar ese coqueto espacio fue la luz. Dos grandes paredes llenas de cristaleras iluminaban la habitación como si estuviéramos en pleno verano. Y yo sólo podía pensar: “Wow, parece una gran pecera”. Ese día plantamos una semilla, bautizando a nuestro estudio como “La Pecera”. 

Entonces… ¿qué pasó con COMUNINNOVA?

Pues no pasó nada. Continuamos trabajando con ese nombre comercial mientras La Pecera iba ganando cada vez más y más peso. Primero el estudio, luego la razón social de la empresa… Tampoco quisimos dejar a La Pecera fuera de las redes sociales, porque para todo el equipo representaba un mundo de posibilidades, ese lugar en el que ocurren las cosas, donde no hay miedo a imaginar y las ideas se pueden palpar. 

Todo ese proceso fue una experiencia… extraña. Defendíamos los colores de una marca que no nos representaba especialmente, mientras sentíamos que debíamos prestar atención y mimar otra con la que la gente nos identificaba pero con la que no podíamos presentarlos comercialmente. Pero lo peor de todo era la cantidad de veces que nos veíamos en la tesitura de tener que deletrear nuestra marca para que la gente anotase nuestro email correctamente (¡y a veces no nos llegaban por culpa de una N perezosa!). 

Afortunadamente – y llegamos ya al final de nuestra historia -, si mantenemos los ojos abiertos y el corazón atento, de vez en cuando el sentido común nos visita y nos da el pescozón que necesitamos. En la deriva propia de tiempos tormentosos, donde todos nos hemos preguntado “¿hacia dónde va nuestro barco?”, nosotros siempre mirábamos hacia La Pecera como ese lugar en el que queríamos estar. No tenía sentido mantener esa bipolaridad si nada nos ataba a la antigua marca. ¿Miedo a qué? ¿A que la gente supiera pronunciar bien nuestro nombre? ¡Pues pececillos a la mar!

Te reconozco que para mí fue como salir del armario, si me permites la expresión. Sentí el alivio que se siente al quitarse un peso de encima, a la vez que das la bienvenida a la coherencia entre quién eres y la imagen que te representa. Habíamos visto de cerca la transformación de nuestros clientes al seguir un proceso de rebranding (si lo has hecho y te lo han hecho bien, seguramente esto resuene contigo). Es como encontrarse con uno mismo y darse un buen abrazo, después de mucho tiempo comunicándoos mediante telegrama. 

Una marca nos representa en un sentido muy amplio. El naming, las formas, los colores, los demás elementos gráficos que le dan vida (ya conocéis a Blu, pero otras sorpresas vienen en camino), … Todo ello establece una identificación con los valores y la cultura de la empresa, con su enfoque a la hora de hacer oficio y a la hora de ver la vida. 

Hoy somos “La Pecera | Estudio Creativo”

Mañana seguiremos siendo nosotros mismos, así que es muy probable que nuestra marca siga evolucionando con nosotros. Y ya veremos hacia dónde nos llevan las aguas…

Te doy la bienvenida al lugar en el que querrás estar.  

Rocío Mené

Directora orgullosa de «La Pecera | Estudio Creativo»

Publicado en: 1, septiembre 2021 / Categorías: Historias peceriles /